En las comunidades de la Amazonía y la Chiquitania bolivianas, las mujeres son el corazón de las cadenas de valor de productos del bosque. Su rol en la recolección, procesamiento y comercialización de recursos como la almendra chiquitana y la castaña es clave, pero sus esfuerzos no siempre han sido valorados. Su trabajo no solo sostiene a sus familias y comunidades, sino que es esencial para la conservación del bosque. Sin ellas, el equilibrio entre desarrollo local y sostenibilidad estaría en riesgo.
Mayerlin Hurtado, líder de la comunidad Altagracia en Riberalta, ha dedicado su vida a trabajar la tierra y recolectar castaña. Desde pequeña, su vínculo con el bosque ha sido fuerte, pero fue al integrarse a la Asociación MUIJE que entendió el valor de su labor. Hoy, Mayerlin es Secretaria de Medio Ambiente de su asociación y, a través de capacitaciones y buenas prácticas, contribuye a la conservación de los recursos naturales que sustentan a su gente.
De manera similar, Yuliana Chamo, desde la comunidad de San Ceferino, ha liderado la recolección y procesamiento de almendra chiquitana. A sus 20 años, se convirtió en la principal recolectora de su comunidad, enfrentando los retos del trabajo en el campo y el liderazgo en la asociación de productores. Su esfuerzo ha beneficiado a su familia y ha ayudado a conservar los bosques.
Estos ejemplos no son casos aislados. Las mujeres que trabajan con productos del bosque han jugado y juegan un papel esencial en la conservación de la biodiversidad, sobre todo en un contexto donde la deforestación y los incendios amenazan la sostenibilidad de los ecosistemas.
El trabajo en conjunto de organizaciones indígenas, gobiernos subnacional y nacional, organizaciones de la sociedad civil y sector privado, están impulsando iniciativas que buscan integrar la igualdad de género en la gestión de los recursos forestales. Estas medidas promueven la participación plena de las mujeres en la toma de decisiones y el acceso a mercados justos, fomentando una economía local más inclusiva.
El trabajo de las mujeres no es solo una actividad económica, también es una forma de agregar valor al transformar los recursos que recolectan. Como lo dijo Yuliana: “hay que cuidar el monte para que sigan siendo bosques vivos”. Su labor es una defensa activa contra la degradación ambiental y una apuesta por un futuro más justo y sostenible para sus comunidades.
Este 11 de octubre, en el Día de la Mujer Boliviana, es una oportunidad para reconocer el esfuerzo de estas mujeres que, desde la Amazonía y la Chiquitania, protegen el futuro de todos. Al igual que Adela Zamudio luchó por los derechos de las mujeres en el ámbito educativo y social, hoy necesitamos valorar a quienes cuidan nuestros bosques y sostienen nuestras economías locales.
El desafío no es solo visibilizar su trabajo, sino también crear alianzas que lo fortalezcan. El compromiso de las instituciones, empresas y comunidades debe ir más allá de las palabras. Necesitamos acciones concretas que permitan a las mujeres acceder a oportunidades en todas las etapas de las cadenas de valor de productos del bosque. Solo así, aseguraremos que tanto el bosque como sus comunidades prosperen.
Por Ruth Delgado
Fuente: Mujeres que cuidan el bosque – La Razón (la-razon.com)
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