‘A’ de alianzas y almendra chiquitana

 

Con el inicio de la temporada de cosecha de la almendra chiquitana, se abre un nuevo ciclo de esperanzas y retos en la Chiquitanía en Bolivia. Este proceso no solo marca el comienzo de una etapa productiva, sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de las alianzas entre los actores de la cadena de valor de este valioso producto y de los productos del bosque en general.

La almendra chiquitana, fruto del majestuoso bosque seco chiquitano, es un símbolo de la riqueza natural y cultural de la región. Su cosecha no es simplemente una actividad económica, sino una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con la conservación del bosque que la produce y con las comunidades rurales que dependen de este recurso. La gestión integral del bosque, que implica la administración sostenible de los recursos forestales para mantener su biodiversidad y productividad, es esencial en este contexto.

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El éxito de la cosecha de la almendra chiquitana depende de una red de actores. Las comunidades locales juegan un papel crucial en la recolección y procesamiento de la almendra, demostrando que con capacitación y apoyo pueden asumir roles importantes en la cadena de valor. Ésta se refiere a las etapas por las que pasa un producto desde su producción hasta su comercialización, cada una agregando valor al producto final.

Para garantizar que esta cosecha beneficie de manera justa a las comunidades y conserve el bosque, es esencial fortalecer las alianzas entre actores. La colaboración entre comunidades locales, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y el sector privado puede crear sinergias que potencien el desarrollo sostenible. Estas alianzas no solo deben enfocarse en la producción y comercialización, sino también en la educación y capacitación continua de los productores, para mejorar sus habilidades y conocimientos sobre prácticas sostenibles.

El bosque seco chiquitano es un ecosistema de alta biodiversidad que debe ser preservado. Su conservación es esencial para mantener la producción de almendra, preservar la biodiversidad y combatir el cambio climático. Para las comunidades rurales, la cosecha de la almendra representa una fuente significativa de ingresos. La implementación de sistemas de pago justo y procesos de comercialización transparentes garantiza que los beneficios económicos lleguen a quienes más lo necesitan. Además, la diversificación de productos derivados de la almendra, como la almendra pelada cruda, la almendra tostada y la pasta de almendra, ofrece oportunidades para agregar valor y aumentar los ingresos de todos los actores de la cadena de valor. Este enfoque no solo beneficia a los productores, sino que también llega al consumidor final con un producto de calidad, cargado de historia y propósito, ideal para quienes desean hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.

El inicio de este nuevo ciclo de cosecha nos recuerda la importancia de continuar trabajando juntos para asegurar un futuro sostenible y justo para todos. Al valorar y conservar nuestros bosques, apoyando a las comunidades locales y fortaleciendo las alianzas estratégicas, podemos lograr que la almendra chiquitana siga siendo un producto de calidad que beneficie a la naturaleza y las personas. Así, renovemos nuestra determinación de trabajar juntos para un futuro donde el bosque seco chiquitano y sus comunidades prosperen en armonía.

COLUMNA VERDE  2

(*) Ruth Delgado es gerente de Proyecto de la FAN

Fuente: ‘A’ de alianzas y almendra chiquitana – La Razón (la-razon.com)